JIMMY BARRIOS PUBLICÓ SU POEMARIO "EL TIEMPO DE LOS ANORMALES"

Semana de asombros. Jimmy Barrios Rivera publicó su primer poemario titulado EL TIEMPO DE LOS ANORMALES (Grita Ediciones, Serie Tráfico 6) esta semana.
Aunque el autor decidió que la publicación del texto mantenga una circulación prudente, por un tiraje limitado (200 ejemplares, de edición artesanal), la editorial Dragostea reproduce en este espacio 3 de los 26 poemas que componen el novedoso libro.

EL TIEMPO DE LOS ANORMALES

A DORA

I

el agua era lejos
y no cargaban las piernas ni los ojos del felino,

los hocicos arremolinándose tras la pesca del día
fingiendo por la magia deslumbrante
y el guiso de las hogueras cotidianas,
las pirámides invisibles retratadas en
las manos y el rubor de los cansados
tendidas a la paz y la sombra llameante
de los árboles vacíos,
las manadas destruidas en los jardines siderales
sujetas interminablemente a los cordeles infinitos
y la máscara fantástica del pez,
enredadas con los astros tras los dedos
y los alimentos vigilados
por el ojo acechante de los roedores

los cántaros vacíos sobre los caminos
tendidos junto a la red y el cuerpo de los animales,
también las chozas aeronáuticas eran sólo de esta vera
la constelación de los frutos hilarantes
floreciendo en perecederos dedos
prestos a escribir en el texto permanente gravísimas figuras,
donde no es posible divisar el rostro o las heridas del animal
en cambio sí las vías interminables,
el rumiar del tránsito a través del laberinto
por los limbos inabarcables del increíble fruto

II

más allá del bien
los hombres se perdieron por la sed
y el peso anhelante de sus afiebradas alas,
lejos del fuego o el rastro de las caravanas
la soledad insaciable de sus tobillos inconclusos,
las pocas palabras que trajeran consigo
para ofrecer al tiempo y los arenales,

más allá del bien
el paisaje por el acero
y las banderas invisibles de la nueva fe
hijos veloces derruidos por
la voz incesante de las espadas,
hilarantes embarcaciones
por las cavernas y los apartamentos
conquistando las aguas de la herrumbre
y los cueros olorosos de sus frutos muertos,
colonizaciones en la piedra líquida
prosperando tras las colinas y los arenales,

también una hoguera tenaz en cada esquina
donde ardían cotidianamente las murallas
las hojas y los dioses,
¿cómo escaparán ahora sus voces
atrapadas en el furor incombustible
de las primeras imágenes
y el manuscrito del cuerpo,
qué músicas dibujarán las manos del poeta
para celebrar las potestades de la sangre
derruidas por el tiempo
y el brazo infame del enemigo?

más allá del bien
lejos del vestido y los paramentos
las avenidas asidas a las mejillas esmeradas
de los transeúntes,
miradas esforzadas sostenidas ahora
al ágil repertorio del equilibrista

III

sí, todo los sólido se desvanece en el aire

ya no recuerdo mi nombre
ni el lugar de los endriagos
pero si el vuelo incesante de los insectos
sus antiguas potestades vibrando a través
el áspero redil de las ciudades,

antes de las pieles y la agricultura
cóncavas expediciones
en las bocas sedientas de los equinos
enlazados ahora al domino del cóndor
que turba a la corveta,
los dedos del equilibrista
por las acuarelas y el vuelo implacable de las fieras
desatando los campos y los colores
en las memorias de la altura,
inevitables matices desplegados
en los arfiles inconmensurables del paisaje en cada cielo
en cado rostro tras la estatura invencible
de los pasos promisorios,

inaccesibles columnas
lejanas al pie o el peso de las hambres
la ruta de la esfera despuntando
en la palma transparente de sus amaniatas alas,
los hijos que se fueron por la sed como
inmemorables extravíos en los episodios de la luz,
ahogados pasos encubiertos en la fábula y
la cifra del horizonte,

y esta lana de carnero es abundante
como las embarcaciones por los brazos
en la busca de los alimentos siderales,
alados vegetales floreciendo en la tinta
y en los muros de la ribera por los barrios bajos,

animales construidos con las arenas de las voces
tendidos al perfil del árbol y el ornamento,
atrapados en la luz de la página
y sobre el trazo imperceptible en el madero
el abundante papiro inexistente
como los ríos inevitables
que se fueron con las aguas
en busca de los mares