sábado, 26 de diciembre de 2009

----SOBRE "EL QUE NO CORRE, VUELA" DE GIOVANNI BARLETTI

EL QUE CORRE, VUELA Y, SOBRE TODO, ESCRIBE.



En el libro de Barletti hay que confiar porque despierta la misma sensación de encontrar una luz verde en la madrugada cuando merodeas las calles (cerca a la Católica) en busca del último traguito: alivio, felicidad.
Alivio porque encontré en ‘El que no corre, vuela’ un libro distinto, llamativo; en medio de una atmósfera de rasgos medio-decandentistas y neo-románticos y porque significó, para mí, un nuevo asidero donde apoyar las manos de mis nuevos proyectos creativos.
La felicidad deviene por encontrar en Barletti a alguien que sin duda ha labrado su trabajo con, y leamos lo que sigue en mayúsculas, DECISIÓN y ESFUERZO. Creo que nunca me había topado con alguien que haya querido ser escritor con tanta pureza académica, con tanto ahínco, con tanta perseverancia. Barletti, siguiendo el consabido derrotero que Reynoso no se cansa de recordar, lee con desespero y produce con fiereza. Sólo por poner un ejemplo: en los dos trepidantes y agotadores meses que duró el trabajo de edición de su libro, Barletti me contagió tal hambre por la lectura que se fijó en mí la manía de leer un libro, ni pequeño ni grande, si no es a diario, por lo menos cada tres días. Manía que ni mi propio maestro Willard Díaz pudo fijar en mí.
Y no se piense por lo dicho que este libro demoró dos meses en ver el papel. Desde que llegó a mi Bandeja de entrada, mucho antes de conocer en persona a Barletti, el primerísimo borrador ha pasado ya un año. Sumémosle a ese año todo el tiempo que demandó escribir la argamasa del texto.
Las incesantes lecturas de Barletti lo hacen parecer un viejo lobo. Con un lenguaje depuradísimo, con adjetivos deliciosos —que nos hacen recordar al mejor Ampuero—, Barletti teje redes entre personajes de una cotidianidad abrumadora que para el ojo algo entrenado resultan de una profundidad psicológica magistral. Es decir: sin mucho roche pero con harto color fosforescente Barletti nos hace notar que del más alto sufrimiento no sólo son conocedores los iluminados de la alta clase culturosa-intelectual. El sufrimiento es equivalente y universal y nadie tiene derecho a aherrojarse una corona dorada de espinas por sus penas; sin ser por esto, las penas individuales, menos importantes.
Por otro lado, y como se manifestó al principio, en ‘El que no corre, vuela’ hay que confiar porque esa escisión simbólica de las clases sociales tan notoria en los libros regios como en los contestatarios, desaparece satisfactoriamente a favor, y esta es mi personal lectura, de la reconciliación nacional. En este libro hay que confiar porque podría levantarse como el primer libro chicha, entendiendo chicha como el resultado de una mezcla únicamente peruana, una mezcla consciente, autoconsciente y pacífica entre todos porque en ‘El que no corre, vuela’ es tan lubricada la interacción entre los, digámoslo así, andinos y criollos que las fronteras desaparecen. Por lo mismo, es chicha porque la lectura de este libro no está sesgada. Es popular, es masivo, pero también es exquisito cuando notamos la habilidad del autor para jugar tiernamente, sin brusquedades, con las voces del narrador; entre las primeras, segundas y terceras personas; con las focalizaciones; con los diversos niveles de diégesis; entre la omnisciencia y la completa ignorancia.
Para terminar quisiera poner énfasis en un aspecto que, creo yo, es clave para las letras jóvenes del sur del Perú. Ha llegado la hora de festejar la vida, ha llegado la hora de soplar tan fuerte esa nube gris de la que, de un modo u otro, somos herederos y de la que nos tenemos que librar a puntapiés. Colorear la vida, sí; colorear la literatura, sí; pero sin descuidar la profundidad de las emociones y de las psicologías. ‘El que no corre, vuela’ es el mejor ejemplo de ello.
Este camino, aún sin tener relación, ya lo han dibujado Augusto Carrasco y Kreit Vargas. Carolina Zegarra y Giovanni Barletti la han reavivado con pericia y eso, a los que pretendemos morirnos de tanto vivir, nos alegra inconmensurablemente.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja

a esa locaza de vargas le suda la espalda a forrrrrrrrrrooooooooooo, jajajajajaja!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

loka

Anónimo dijo...

Locaza, te encanta que te claven contra la pared, rosquetazo!!!!!!

Anónimo dijo...

dragosteas mostaceros!!!!!!!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

que jorge vargas sea ñoco no nos hace cabros a todos, dejen de jodernos en la calle mierda!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

este chibolo sea o no marica es su rollo, pero la franela que le mete al otro chibolo que escribe pésimo es una exageración, bueno está bien es probable que se hayan acostado, sí, eso quizá determinaría que si "el que no corre..." lo hubiera publicado otra persona no le habrían caído tantas flores al barletti. jorgito cuando dejarás de ser el mismo atorrantito y poobre cojudo que cree en el amor y en el perú... oye por si acaso no he dicho nada ofensivo sobre tu opción de mostacero o caquero o como sea ah..

Anónimo dijo...

Ya dejen de joder mierda

Anónimo dijo...

VAYAN A COMPRAR EL LIBRO EN VEZ DE PAPEL HIGIÉNICO.


AL MENOS AL FINALIZAR LA JORNADA SERVIRÁ PARA ALGO.



EL CAGÓN.

Rolando Rivera dijo...

Los escritos de Barletti, aunque no deslumbrantes y mucho menos innovadores, merecen atención y mucho respeto. "El que no corre, vuela", tiene textos divertidos y muy ricos en algunos matices, sobre todo los puntos de vista y lo movimientos de narrador.
Es un buen trabajo para comenzar una carrera de altura y respeto.